Tras un día de trabajo rutinario, Janina Dueñas se quedo profundamente dormida en el mueble de su sala hasta horas antes del amanecer.
Cuando de repente, al despertar sentía su cuerpo muy pequeño, escamoso, de figura relativamente estrecha, con una cola enroscada, solo se percataba del cambio de color en su piel que estaba entre verde y el marrón, pasando todas las tonalidades posibles.
Con patas en forma de pinzas y cada una de estas con cinco garras, lastimosamente desarregladas, en comparación con el cuidado y grosor de sus piernas, lo cual brindaba de por si, a sus ojos enormes e independientes uno del otro en movimiento, un terrible pánico, lo que hacía respirarla agitadamente sin descanso.
- ¿Cuándo fue que sucedió esto?
No era parte de un sueño, irremediablemente no, todo era real...”
Cuando de repente, al despertar sentía su cuerpo muy pequeño, escamoso, de figura relativamente estrecha, con una cola enroscada, solo se percataba del cambio de color en su piel que estaba entre verde y el marrón, pasando todas las tonalidades posibles.
Con patas en forma de pinzas y cada una de estas con cinco garras, lastimosamente desarregladas, en comparación con el cuidado y grosor de sus piernas, lo cual brindaba de por si, a sus ojos enormes e independientes uno del otro en movimiento, un terrible pánico, lo que hacía respirarla agitadamente sin descanso.
- ¿Cuándo fue que sucedió esto?
No era parte de un sueño, irremediablemente no, todo era real...”
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